Y le dije: Ven a mi lado apóyate en mi hombro, deja que acaricie tu cabeza y te ponga ungüentos olorosos a maderas y azahares para que tu cuerpo descanse de sus dolores. Llevé entonces velas y flores de frangipán y ungí su cuerpo y lo acaricié despacio, con dulzura, quedito, quedito, hasta que durmió en mis brazos por tres noches y tres días. Lo alimentaba con leche de cabra y pan ácimo, pescado ahumado y tomates con albahaca. Todo igual, todo distinto.
Habló a mi corazón y me contó sus penas, apoyó su cabeza en la almohada y luego ya descansado y en paz me tomó en sus brazos y fuimos el amor y los sueños y volamos en carros de fuego al cielo y bajamos al infierno tantas veces con angustia y buscamos el secreto de las amapolas y los nidos de las arañas y las golondrinas e inventamos palabras para nosotros y reímos y cantamos y fuimos uno y dos y tres y seis y siete y cuatro por doce y soñamos despiertos y vivimos dormidos. Fuimos libres y amantes y dos y todos.
Pensando mejor, fue así: Existíamos tú y yo. Tu mirada con su luz abrió mi entendimiento y me dio la fuerza para avanzar entre espinas y abrojos hasta llegar a tu orilla renovada y llena de esperanzas. Fue tu mano la que me dio de comer y de beber y fueron mis palabras las que salieron de mi pecho para sanar mis heridas y me hiciste descansar en tu almohada.
Después de la transformación me diste tu amor como una ofrenda de sedas y flores rojas.
Transcurrimos por una senda de luz y de calma, transformamos los sueños en besos y el temor en sosiego. Y fuimos el amor y los sueños y la vida. Y fuimos libres y amantes y dos y todos.
Analuna
Escrito un martes de abril del año de gracia de 1352 en Coímbra
"Y fuimos libres y amantes y dos y todos."
ResponderEliminarEsta idea, que dos personas que se aman son todos los seres que han sido y los que serán, es tan poderosa que hasta le perdonamos a la poeta ese final feliz.
JCL
Me gusta este texto. Es muy filosófico además de bello.
ResponderEliminarMe recuerda a Gibrán.
A.
Todo se salva
ResponderEliminarGF
Para mi es un poema sensual y romántico bien logrado. Me gusta la secuencia de los hechos en el primero y luego en el segundo capitulo. En el primero ella lo acoge y lo cuida para ella con todos los trucos de seducción, en el segundo él responde como un ser indefenso habido de cariño y placer. Buen manejo del lenguaje. Felicitaciones.
ResponderEliminarEs un bello juego de palabras y de situaciones.
ResponderEliminarBella estampa de amor, que más que cuento semeja un segmento poético extraído del contexto de una novela romántica.
ResponderEliminar¡Qué pena que no sea autobiográfico!
Pero bueno, queda de ejemplo y ojala también... de tarea.
Los amores que fueron,
ResponderEliminarNo quisiera siquiera imaginarme las delicias de ese infierno y sus perfumadas sábanas, al cual llegaron, luego que ese hombre, que me recordó Al Paciente Inglés, tuvo una ligera mejoría con tan sutiles remedios.
Al final me dejé, sin resistencia, ungir y acariciar por sus aceites y bocados.
Y FUIMOS EL AMOR (pero nunca ha pasado nada de lo aquí relatado)
ResponderEliminarUna narración tan bonita, tan sugerente, que bien resuelve el interrogante de alguno sobre la inclinación femenina a compararnos con la mamá del amado: no es tal, es solamente el placer de cuidarlo, asi no volvamos a saber de él después de ponerse las botas.
Y FUIMOS EL AMOR
ResponderEliminarEs un texto poético, que en algunos instantes muta o se trasviste en prosa argumentativa. Habría preferido que se mantuviera donde estaba, en la evocación y el sugerimiento. Me recordó los textos y vagamente un poema en particular de Mario Benedetti. Alta poesía la contenida en aquel primer párrafo: "Lleve entonces velas y flores y ungí su cuerpo y lo acaricié despacio, con dulzura, quedito, quedito...Lo alimentaba con leche de cabra y pan ácimo, pescado ahumado y tomates con albahaca. Todo igual, todo distinto".
Caramba es para enamorar a cualquier hombre
Con el ritmo de las escrituras del oriente suena además de relato, confesión y plática entre las amigas mientras están en el Hamman...No pude apartar de mi mente a Marruecos, su desierto, su comida, sus árboles con algunas cabritas entre sus ramas.
ResponderEliminarLo mejor es que lo escribí después de la Semana Santa de este año, y no conocía la escritura de Alberto Ruy, claro que sí había leído libros del oriente, pero más que todo fue el amor el que dictó estas líneas, después de amar profundamente a alguien que pasó por mi vida dejando todas las huellas en mi piel mi mente y mi corazón.
ResponderEliminarMe gusta.
ResponderEliminarBuen trabajo.
Pablo Ramírez