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domingo, 25 de julio de 2010

Cortejo

La conoció en una barbaoa y le hizo el cortejo con cuidado.
Aunque era un renegado del amor, aún no lo invadía el tedio
insoportable del desinterés por las mujeres.
A veces, ella le hacía masajes con crema tibia y aceites perfumados, era como un rito,
una misa negra y él quedaba a su merced.
En sus brazos se sentía arrastrado por la corriente de un afluente encrespado,
se dejaba llevar por sus caricias y en el momento crucial él se pensaba en el cielo.
Después no quería saber nada de ella, hasta la siguente vez.

En la tarde del  jueves 15 de febrero de 2001

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soy brisa, nube rosada de la tarde, aliento cálido, escarcha de alas de mariposa, alucinación fugaz